EL ÁRBOL POR SUS FRUTOS SE CONOCE
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Cuando descendió a esta tierra
uno de los más grandes seres
que ha visto este planeta:
Cuando trajo a los hombres
Su mensaje de paz, de amor,
de comprensión, se detuvo la historia,
los siglos contemplaron atónitos,
las jerarquías celestes
se estremecieron de asombro,
y todo el cosmos, absolutamente todo,
escuchó reverente el mensaje
que trajo desde los esplendores de la gloria
y de la sabiduría del Padre.
Cada una de Sus palabras,
cada frase que brotaron de Sus labios,
cada enseñanza que impartió:
tiene la impronta de eternidad.
Es que Su Palabra de Vida
es realización, es impulso decisivo y meta,
es luz y vida:
Su palabra y solamente Su palabra hecha vivencia
y encarnada en el hombre
es la única que puede traerle
la verdadera felicidad.
Pues bien, Cristo,
la Palabra de vida encarnada, habló:
“Si plantáis un árbol bueno, su fruto será bueno;
pero si plantáis un árbol malo, su fruto será malo
porque el árbol por sus frutos se conoce”.
Esta sentencia
tiene aplicación ahora,
la tuvo ayer,
la tendrá mañana y siempre.
Lo que Él dijo,
trasciende las dimensiones
de tiempo y espacio…
Toda reflexión
sobre la Palabra de Cristo,
es saludable para el que tiene
ojos para ver y oídos para oír.

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