VOSOTROS SOIS MI CORONA, MI GLORIA Y MI RECOMPENSA
P. César A. Dávila G.
Para mi repito constituye un privilegio y una bendición de Dios más, el estar con ustedes. Yo sé mis queridos estudiantes, yo me conozco, yo no merezco tantas bendiciones de Él pero sin embargo Él me bendice así, ¿yo qué tengo que decirle? sino agradecerle a Él íntimamente. El apóstol Pablo decía a sus fieles de Corinto, hablándoles así mismo en la intimidad: “vosotros sois –decía- mi corona, mi gloria y mi recompensa”. Yo puedo decir otro tanto de cada uno de ustedes: vosotros sois mi corona, vosotros sois mi gloria, vosotros sois mi recompensa.
Cuando a una gran educadora de hogar y eran tan raros, tan raros esos apóstoles del hogar y mucho menos cuando todavía no brilló en ese hogar la luz de Cristo; cuando a la madre de los Grácolas le preguntaron: tú como matrona romana debes tener y eres muy rica, debes tener joyas preciosas como tienen las demás matronas –porque todas en sus fiestas salían a exhibir sus joyas- muéstranos –decían sus amigas- muéstranos tus joyas, y ella se fue sencillamente a donde estaban sus hijos, los trajo y les dijo: estas son mis joyas; yo puedo decir otro tanto de ustedes y puedo decir eso con una satisfacción plena, con una satisfacción grande y con una satisfacción sincera de ustedes a quienes les llevo conmigo siempre.
En los Salmos, se me viene en este momento en los Salmos se dice, que el Señor llevaba a Su pueblo escrito en las palmas de Sus manos, el nombre de Su pueblo en las palmas de Sus manos; yo creo que la metáfora es muy pálida en ese aspecto, Dios les llevaba, llevaba a Su pueblo escrito no en las palmas de Sus manos sino escrito en Su Corazón, y es lo que hago yo con ustedes y espero hacerlo siempre y espero llevarles siempre conmigo…

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