P. César A. Dávila G.
Hay algo que es infinitamente más grande
y sin precio en Él, en ese Ser Divino:
su parte invisible, aquello de Dios que no se examina por los sentidos.
Lo que dice la Biblia y los evangelios, no es sino algo insignificante,
una gota de agua en ese inmenso mar de perfección Divina,
apenas una débil luz frente a esa Luz Infinita.
Lo que se dice de Dios, no es sino aquello
que se manifestó al hombre, al profeta y al santo.
La parte invisible de Él es lo más grande,
lo más hermoso, lo más sublime.
Y es precisamente con esa parte invisible
con la que tenemos que sintonizarnos,
buscar siempre esa parte inmaterial.
Es ese Dios a quién sentiremos en verdad
y que no le podemos describir.

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