miércoles, 24 de marzo de 2021

Mensaje semanal de Asociación Escuela de Auto-Realización

 


DOMINGO DE RAMOS,  

EL DÍA DE LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN 

P. César A. Dávila G. 


Él quiso manifestar en esta única ocasión que realmente era un hombre,  

–desde el punto de vista humano, digo- era un hombre superior,  

un hombre que podía dominar a las multitudes, y desde luego un Dios,  

el Dios verdadero que tomó el aspecto humano, y luego vivió entre los hombres.  

Es ese día de Domingo de Ramos, el día de Triunfo para Él,  

porque las multitudes le aclaman llenas de alegría.  

Con toda seguridad estaban presenciando 

 esa Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, ellos, los enemigos del Señor.  

Se quedarían con toda seguridad, una vez más, intrigados.  

Y desde allí todavía, creció más el odio  

y se confabularon los sacerdotes y los que tenían el encargo de interpretar la Ley:  

los doctores de la Ley, para pronto acabar con Él.  

Porque decían ellos, que con Jesús se acabaría el pueblo porque irían tras Él,  

y Jesús entrarían en convivencia con los romanos  

y sería destruido el Templo y sería destruida la ciudad y sería acabado el pueblo.  

Esa era la idea que ellos propalaron entre el pueblo  

para excitar contra Nuestro Bendito Señor el odio.  

Hermanos, nosotros debemos tener la mente puesta en estos acontecimientos,  

y es preciso que nosotros pues,  

leamos las partes relativas a estos acontecimientos en los Santos Evangelios,  

particularmente en San Mateo en el capítulo 24 y siguientes,  

para de esta manera también nosotros estar dispuestos a acompañarle al Señor,  

y para que ese acompañamiento sea provechoso.  

Pero este acontecimiento no debe ser un acontecimiento  

que le miremos solamente desde el punto de vista externo, histórico.  

La Presencia de Nuestro Bendito Señor tiene un alto significado esotérico,  

y es que Esa Presencia la hemos de sentir, la hemos de vivir, 

 la hemos de tener adentro, en las profundidades de nuestro espíritu.  

Si en realidad Ese Bendito Señor pues, se apodera de ese espíritu,  

y si él mediante nuestra consagración a Él,  

sí él le tiene presente en todo momento,  

tengamos la absoluto seguridad de que esto nos servirá  

para que seamos siempre felices hoy y por toda la eternidad.


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