Son tiempos de alegría porque
se acerca la Navidad, y la familia de la Asociación Escuela de Auto-Realización (AEA)
vive esa espera de una manera muy especial. La plenitud del espíritu se
refleja en el abrazo, la sonrisa, el apretón de manos, el canto y el baile. Así,
se muestra cada domingo el vibrante accionar donde florece el ‘Yo’ interior, que
nace del silencio, con firme devoción y felicidad por la llegada del Salvador.
El adviento ha sido en AEA una
fiesta espiritual llena de amor y reflexión siguiendo las enseñanzas del
padrecito César Dávila. Durante una hora de misa y otros 60 minutos de ágape
-al ritmo de los villancicos- han vibrado los corazones buscadores de Dios que
están encaminados en el sendero de la oración contemplativa.
El mensaje del gurú ha estado ahí
presente para dar ese abrazo hermano que recuerda la importancia de limpiar la
cuna de la conciencia a través de la fidelidad al encuentro diario con nuestro
Bendito Jesús por medio de la meditación. Y como señala el padre César Dávila es
“La Fiesta del Silencio” la esencia del nacimiento de Cristo: “Este acontecimiento
tiene como escenario la pequeña ciudad de Belén. En Belén, una cueva; una cuna;
junto a la cuna, la Virgen Bendita. A esa cuna no llegaba desde afuera ningún
sonido que turbara la augusta soledad del silencio. En ese augusto silencio
nace Aquel que vino a despertar de cada uno de nosotros, el Reino del
Silencio…(Padre César A. Dávila G.).
La preparación espiritual se
enfoca en esa introspección vivencial para hacer resplandecer, como indica
Paramahansa Yogananda, las “cualidades del amor fraternal del alma, la
humildad, la fe, el deseo de alcanzar la unión divina, la fuerza de voluntad,
el autocontrol, la abnegación y la generosidad, para poder celebrar
adecuadamente el nacimiento del niño Dios” (Diario Espiritual 3, Paramahansa
Yogananda).
La venida de Cristo es la demostración
del amor incondicional más puro y profundo, que sale del alma. Y ese amor sin
condiciones, es la Unión con Dios en lo más adentro de cada Ser; cuando se lo
descubre, cuando se lo conoce, cuando se lo experimenta.
Por ello, el proceso de espera
del gran día se lo festeja, se lo canta, se lo baila, se lo vive en esa cueva
interior del augusto silencio del Ser, lejos del “óxido del egoísmo, la
indiferencia y el apego a los sentidos” (Diario Espiritual 3, Paramahansa
Yogananda). Es el adviento de entrega
total a Él que se ve materializado en la alegría y el amor expresado en la
familia que conforma AEA.
Entonces, como repetía el
padre César Dávila: “a meditar, a meditar, a meditar” porque ya viene el niño
Jesús. Por tanto, el 24 de Diciembre, AEA celebra una Navidad más juntos, acompañándose
en este camino de desarrollo espiritual y siempre guiados por su fundador, el padre César Dávila: ¡Adelante,
siempre adelante! ¡Feliz Navidad!






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