YOGA
AL PIE DEL MAR
Por: Nuria León Moral
Todos los años,
la Asociación Escuela de Auto-Realización (AEA) organiza una convivencia de dos
días al término de los primeros cursos del período anual, en la Casa de Retiro
San Fernando del cantón Ballenita, provincia de Santa Elena. El objetivo es vivir en
comunidad las maravillosas experiencias del Yoga enseñadas por su fundador, el
padre César Augusto Dávila Gavilanes. Es un fin de semana con un programa de
actividades muy bien planificado y que lleva décadas siendo la verdadera
secuencia del camino de la realización espiritual.
La agenda
inició la tarde del viernes 20 de julio de 2016, con la llegada de los
asistentes que se iban desconectando de la agitada semana de labores para
disfrutar de ese espacio de relajamiento, paz y devoción, ubicado al pie del
mar. Ya en la noche, hubo la meditación grupal, cena y caminata, para luego
descansar y empezar las actividades del sábado 21 y domingo 22.
Más de 60
personas realizarón por casi dos horas diarias ejercicios de pre-yoga,
energetización y hatha yoga dirigidos por los instructores voluntarios Montserrat
Marriott de Brown, Ángel Ledesma y Stephen Brown. También se perfeccionaron la
técnicas de respiración y pranayamas,
llegando a la meta de equilibrar el cuerpo y la mente para entrar en profunda meditación.
El programa del
fin de semana incluyó también la visualización
del prana y el aura en la playa, dirigida por la instructora
voluntaria María Isabel Crespo de Lebed. La alegría era evidente
durante el desarrollo de cada actividad en la que se mostró participación e integración entre los
diferentes niveles de estudiantes de AEA. Se vivió un ambiente de
gozo y diversión espiritual que combinó los conocimientos prácticos con los
teóricos.
En esta
convivencia, se expusieron dos pláticas del padre César Dávila. Una titulada La Oración y otra sobre La
Verdadera Categoría de Valores. Ambas
de un sentido sumamente profundo. Eran palabras que llegaban al corazón y a la
conciencia de cada uno de quienes estaban ahí escuchando. El mensaje era
dirigido de manera individual. El padre Dávila estaba ahí presente.Las palabras
no tenían ni tiempo ni espacio. Esa voz llegaba adentro de cada Ser.
Tanta sabiduría
trasmitida en esos minutos de charlas. El padre Dávila empezó explicando de
manera muy clara el poder de la oración, siendo ésta lo más importante en la
vida espiritual. Sin embargo, para que la oración surja efecto, se debe orar
con fe y orar a Dios, sabiendo y confiado que Él es la fuente suprema, que de
Él se puede esperar todo. Y recalcó que “si uno ora de verdad, es imposible
bajo todo punto de vista, que su oración no se haga oir, que no sea escuchada a
Dios” porque “no hay nada que escape al poder de la oración”.
Indicó, además, que se debe orar correctamente. Esto
es en secreto, en silencio, porque Dios vive adentro de cada uno. Dijo textual:
“el Padre celestial está en el silencio. El Padre celestial está en la paz
interna de nuestro Ser. En la paz interna de nuestro espíritu. En la paz
interna de nuestra conciencia. Ahí, en ese santuario de nuestra conciencia, en
este santuario de nuestra alma. Ahí, sí lo vamos a encontrar a Él”.Aún más, enfatizó,
que se debe comprender que Dios ya sabe lo que necesita cada uno, y no es
necesario estar pidiendo un repertorio de cosas. Él conoce lo más profundo de los
secretos y necesidades individuales. Hay que dejar que se haga la voluntad de
Dios porque la recompensa llega si se mantienen firmemente estos principios.
Mientras que en el tema de La Verdadera Categoría de Valores, el padre Dávila puntualizó sobre
la debida importancia que se debe dar a los valores espirituales, porque no
sólo de alimento material vive el hombre: “el hombre no puede por sí, y ante sí,
resolver los problemas del hombre. Nosotros necesitamos de este alimento
espiritual, de la palabra de Dios, siempre. Y cuando no nos alimentamos con
este alimento, pronto desfallecen las fuerzas de nuestro espíritu. Por eso, es
tan importante que nosotros tengamos la sana costumbre de leer, de asimilar, y
sobre todo, de tratar de vivir la palabra de Dios. Que esa vivencia sea una
vivencia de cada día de nuestra vida”.
El maestro añadió: “los hombres fracasan por falta de
esta vivencia de la palabra de Dios”. Y citó el Evangelio de San Juan, parte
del diálogo entre Cristo y Nicodemo, capítulo 13:El que es de la tierra, habla sólo cosas de la tierra. El que es de lo
alto, habla las cosas de lo alto.
Aquí, precisó las enseñanzas de AEA: “mis queridos estudiantes,
nosotros estamos en una escuela, pertenecemos a una escuela, en la cual se nos
enseña precisamente a diferenciar lo que significan las cosas de la tierra y lo
que significan las cosas de lo alto. Pero, mis queridos estudiantes, no es
solamente de hablar en teoría de estas cosas”.
Un enfoque con sabiduría vivencial transmitido por el
Padre César Dávila a cada uno de los presentes, a quienes exhortó a profundizar
en la labor de dar la primacía a las cosas de Dios, a dar la debida importancia
a los valores espirituales: “vosotros sabéis lo que es el mundo de maya, este mundo material, que tiene las
cosas materiales en todas sus distintas manifestaciones… Y nosotros no podemos
dejar aprisionarnos en este mundo de maya.
No podemos vivir enfrascados en las preocupaciones de este mundo de maya. Debemos dar a este mundo esta
importancia meramente secundaria”. Y especificó, más aún, que esto no es sólo
para personas evolucionadas o de vida espiritual intensa porque “todos tenemos
una chispa divina. Desprendida de esa misma esencia divina… No hay
diferenciación alguna, solamente el medio en el que tiene que actuar”.
Con esto, el padre Dávila finalizó su segunda plática dando
la bendición a la vida en comunidad de AEA, la cual mantiene la fortaleza en el
sendero de desarrollo espiritual: “hermanos, quiero pedir a Dios, para cada uno
de vosotros una bendición especial. En
estos días vamos a estar muy cerca, uno de otros. Vamos a vivir una vida de
comunidad, y vamos a sentir ese calor, esa vivencia de una comunidad, pero
comunidad de espíritu, comunidad de amor, comunidad que parte del corazón,
comunidad que no es con fundamento ficticio. Es una comunidad en la cual Dios
ocupa el primero, el segundo, el tercer lugar. Vamos, pues, a aprovechar de
estos días para progresar un poquito, para dar un pasito más en la realización,
y para también recibir un poquito de aliento, una inyección de vida en nuestras
ocupaciones diarias. Que Dios os bendiga a todos”.
Maravillosos mensajes y bendiciones que dieron
respuesta y aliviaron el viaje terrenal de los presentes. Se desarrollaron
intervenciones para manifestar la claridad de estar en el camino correcto. La
verdadera categoría de valores se demostraba con el simple hecho de haber
escogido estar ahí, en comunidad, enriqueciendo el alma y el espíritu.
Los desayunos, los almuerzos, las cenas, los baños en
el mar, las caminatas y las fotos del recuerdo fueron también parte de este
compartir. Los abrazos y sonrisas iban y venían en un ambiente de hermandad
entre seres espirituales que se preparaban para seguir su lucha diaria en el
mundo. De esta forma, concluyeron dos días de una convivencia más de AEA Yoga, al
pie del mar, que llenó al cuerpo de pura energía, a la mente de mucha calma y
al espíritu de abundante amor.





No hay comentarios:
Publicar un comentario